jueves, 15 de octubre de 2015

La ética del desarrollo es la reflexión sobre los fines y medios del desarrollo local, nacional y global. En ella se explica que existen tres niveles de los problemas de valor: el reconocimiento de los problemas de valor como una parte importante del discurso del desarrollo, los cuales deben estar en el corazón de todo pensamiento sobre el desarrollo; la defensa cuidadosa de las teorías básicas normativas que justifican un modelo de desarrollo local, nacional o global; la aplicación de valores a una concreta toma de decisiones. Kjell Magne Bondevik, iniciador de la Iniciativa de Ética y Desarrollo, junto con Enrique Iglesias, presidente del BID en 1998, junto con el apoyo de Noruega, bajo la necesidad de dar una mayor preponderancia a la ética y a los valores entre los objetivos de política pública en la esfera internacional. Kjell menciona que existen una serie de valores comunes, entre los cuales tres valores son esenciales para el desarrollo 1 Respeto a la vida y a la dignidad humana, reflejado en la protección y promoción de los derechos humanos 2 Protección del medio ambiente proyectado en el desarrollo sustentable 3 Compasión y solidaridad, base para la promoción de la justicia, el desarrollo económico y social, tanto a nivel nacional como internacional. La ética adquiere importancia por tres motivos 1 En la situación actual puede resolver el problema de injusticia mundial y local que ha generado el desarrollo. 2 Las soluciones basadas en conocimientos científicos y modelos gratuitos han proporcionado soluciones temporales pero no han logrado mejores condiciones de vida, la pobreza ha aumentado. 3 Para combatir la pobreza y lograr un desarrollo sostenible, se necesita más que instituciones y normas jurídicas internacionales y nacionales, además es necesario que las personas sean responsables de su propio comportamiento y de su relación con la comunidad, es necesaria una conciencia ética. La ética aplicada es un nuevo enfoque surgido en 1960 en Estados Unidos, vinculado directa¬mente con situaciones concretas, en la que se destaca la resolución práctica de las controversias morales del ejercicio profesional. En este enfoque se da importancia al contexto, al análisis de las consecuencias y a la toma de decisiones, para la elaboración de prescripciones que se ejercen en los sectores de las prácticas sociales y profesionales. La ética aplicada tiene como campos de interés la bioética, la ética profesional, la ética empresarial y la ética ambiental. La ética aplicada da la impresión de que es una disciplina que funciona a partir del descu¬brimiento de los principios éticos, y una vez descubiertos, se limita a aplicarlos a los ámbitos y casos concretos, siguiendo el modelo de racionalidad del silogismo deductivo. Sin embargo, la ética aplicada ha ido ampliando su campo de acción y hoy día plantea que la solución de casos concretos no debe ser lo único, sino que es preciso diseñar los valores, principios y procedimientos que en los diferentes casos deberían tener en cuenta los afectados. Actualmente se trata de utilizar un procedimiento de carácter retórico y práctico, entendiendo por retórico el arte de realizar juicios probables sobre situaciones individuales y concretas La bioética es el campo en el que se cuestiona lo ético de las prácticas tecno-científicas y biomédicas. En estas últimas los cuestionamientos abarcan las prácticas con humanos, ani¬males y vegetales, así como sus dimensiones sociopolíticas. Para abordar la reflexión, utiliza un diálogo interdisciplinario del que son parte la medicina, la ética, el derecho y la teología, sin cerrar otras posibilidades. Crea un espacio de interacción comunicacional en el espacio público abierto y pluralista, en el que diferentes comunidades de pensamiento pueden expresar y discutir el sentido de sus creencias y de sus valores que son cuestionados por el desarrollo biomédico. Otra forma de presentación de la bioética es en forma de discurso, lo que incluye diversos tipos de publicaciones como libros, artículos, etc.; y de prácticas normativas respecto a la enseñanza, la participación en comités de ética o en consultas en los hospitales. La Ética en el Medio ambiental es una rama aplicada que en los últimos tiempos está ganando protagonismo en todos los ámbitos. Dentro del marco que ofrece esta disciplina, en este texto se analizan algunos aspectos históricos de la relación entre el hombre y su entorno natural, así como los antecedentes y el contexto de la crisis ambiental de nuestros días. Frente a esta crisis, múltiples corrientes de pensamiento toman sus posiciones. Algunas se sitúan en los extremos ideológicos, ya sea a favor del hombre o de la naturaleza, mientras otras corrientes buscan una integración entre lo humano y lo natural. De entre estas últimas, se concede especial importancia a la Ética de la Responsabilidad, como sólida base para sustentar una Ética Medioambiental que sepa respetar a la naturaleza y reconocer su valor, al tiempo que asigne al hombre el importante papel que le corresponde. Finalmente, el libro se complementa con una síntesis del Derecho al Medio Ambiente, como herramienta esencial que debe servir para compaginar la utilización racional de los recursos naturales con el cuidado al medio ambiente y su legado en buenas condiciones para las generaciones futuras. En realidad, son infinidad de daños que el hombre puede realizar al ecosistema: un lago puede ser el lugar en el que se refleje de modo proporcionado lo que el hombre hace con su planeta: nubes verdes de plancton junto a residuos de basura, botellas, latas y plásticos. En el proceso, las bacterias no alcanzan a descomponer los residuos orgánicos, y muchos de estos residuos que no se descomponen van a parar al fondo del lago. El ácido sulfhídrico procedente de la oxidación y descomposición de estos elementos de desecho y la materia orgánica asciende, y como consecuencia, el plancton muere y vuelve al fondo: el proceso de putrefacción consume el oxígeno, que es indispensable para los pobladores del lago. En consecuencia, se ha roto el equilibrio a causa de la intervención directa del hombre. Entre otras como: adelgazamiento de la capa de ozono, deforestación, disminución considerable de la biodiversidad, interracion biotecnológica de la biodiversidad, interracion biotecnológica con el ambiente, el problema urbano. El problema urbano lo definiríamos como dinámica de la supervivencia, la calidad de vida, la urbanización como fenómeno sociológico, etc. Desde la perspectiva del medio ambiente, la vida urbana es cuestionable también. El mundo urbano genera un impacto ambiental de graves consecuencias. Concentraciones humanas requieren de alimentos, agua, materiales para la construcción de sus viviendas y calles, todo lo cual erosiona y destruye montañas. La instalación de fuentes de agua potable y de excretas lesiona el medio ambiente, alterando el ecosistema. Su vida interna genera conflictos relacionados con un transporte individual contaminante. La interacción entre la sociedad humana y el resto de la biosfera pone en evidencia notables puntos de fricción, a escala local y global. El pensar el ambiente desde la ética, es decir, incluir al ambiente dentro de las responsabilidades humanas, del mismo modo que se incluye al género humano como responsabilidad del mismo hombre, es en realidad un imperativo. No un imperativo ecológico, sino ante todo ético. El cosmos como tal es un valor; valor por lo que representa en sí mismo y por lo que representa para el hombre, para su propia supervivencia y también -aunque de modo secundario- en su beneficio de utilidad. El cosmos puede ser aprovechable y su utilidad derivada puede ser administrada con responsabilidad y sentido ético. Esta capacidad de aprovechamiento, así como de asumir con responsabilidad ética los beneficios de su utilidad, es exclusiva del género humano. El hombre es un agente moral en la medida en la que él es el único capaz de destruir y preservar el ambiente. Esta capacidad es una evidencia de la dimensión ética de lo humano frente al ambiente, que no es construida artificialmente, sino reconocida como evidencia de la interacción existencial humana con el ambiente. El hombre ha interactuado con el ambiente desde siempre, solo que ahora su poder de interacción es mucho mayor, lo que lo obliga a pensar su oikos, es decir, su casa, de modo ecológico, o sea en conciencia plena de oikos como lugar en el que habita. El cosmos no es ya un lugar ilimitado e inagotable, sino, por el contrario, limitado en sus recursos y abierto a la posibilidad de destrucción; la conciencia de este hecho amplía las responsabilidades del hombre. Pero ampliar las responsabilidades del hombre no significa afirmar que es preciso suplantar su capacidad moral a favor de la comunidad biótica, pues dicha "comunidad" no es ni siquiera consciente de sí misma, ni del cosmos. Su interacción no puede ser catalogada en términos antropocéntricos y casi democráticos, como se deduce del término "comunidad"